El borgoña es uno de los vinos franceses más conocidos. Vamos a descubrir los secretos de una de las zonas vinícolas de más renombre en el mundo y de la uva estrella de sus bodegas, la pinot noir.

Hablar de la región francesa de Borgoña es hacerlo de vino. Porque, aunque hay mucho que ver y que hacer en las calles de ciudades como Dijon, los vinos tintos de esta zona del este de Francia son tan famosos a lo largo y ancho de todo el planeta que se han convertido en su seña de identidad.

Y no es para menos, porque después de siglos de tradición vinícola han conseguido mantenerse en plena forma y sacar pecho no solo frente a la región de Burdeos, con la que mantienen una rivalidad histórica, también frente a otros vinos de todo el mundo.

¿Cómo son los vinos de Borgoña?

En primer lugar, hay que decir que, aunque sus tintos son los más famosos, en esta región también se hacen grandes blancos, todos a partir de la uva chardonnay, una variedad que habría llegado a la zona en la época medieval, ya que fueron los romanos los primeros en cultivarla.

Pero, como decíamos, la joya de la corona en Borgoña son los tintos. En esta región son, además, monovarietales. Esto quiere decir que para poder considerarse auténticos borgoñas solo pueden elaborarse a partir de una variedad de uva, y en el caso de los tintos, se trata de la pinot noir.

 Pinot noir: La uva estrella en la región

 Así pues, los vinos de borgoña tienen una clara protagonista en la pinot noir. Esto se debe a una imposición de los duques de Borgoña allá por el siglo XIV, que decidieron decantarse por hacer vinos de esta uva en solitario. Una apuesta ganadora que ha dado como resultado vinos excelentes y, además, su predicamento se ha mantenido durante siglos.

El resultado del trabajo de sus bodegueros con esta uva son vinos con un cuerpo medio y taninos bajos que resisten muy bien la maduración en barrica y envejecen como pocos. De ahí su gran consideración en el mundo del vino. De hecho, entre sus viñedos hay denominaciones especiales, la de Premier Cru y Grand Cru. Esta atiende a la altísima calificación de las parcelas, que dan como resultado los grandes vinos de Borgoña. Todos ellos, como decimos a partir de la pinot noir.

Esta variedad, cuyo origen se remontaría, según los expertos, a la época de Carlomagno, tiene además otras derivaciones históricas. De la pinot noir parten la pinot gris y la pinot blanc, otras dos variedades que se han dado con el paso del tiempo y el trabajo de los ‘vignerons’. No obstante, hay que decir que hay historiadores que la sitúan también como origen de otras variedades más distantes, como la tempranillo, muy empleada en algunas regiones españolas. La pinot noir es una uva viajera.

La pinot noir y sus viajes por el mundo

Esta variedad crece en Francia en racimos prietos, de frutos pequeños, igual que el tamaño de sus hojas si la comparamos con otras variedades. Pero, como decíamos, aunque tiene su cuna en Borgoña, la pinot noir ha sabido adaptarse a los climas de otras zonas que la han recibido con los brazos abiertos.

Así, en la actualidad podemos encontrar vinos a partir de esta uva en regiones del mundo tan dispares como Estados Unidos, Chile o Nueva Zelanda. Eso sí, con otros matices distintos a las creaciones de los borgoñones, que han sabido tratar como nadie unos vinos que se caracterizan por sus aromas florales y a bayas rojas y llevan siempre el recuerdo a maderas de roble de las barricas francesas.