A pesar de la inmensa cantidad de uvas que hay en el mundo, hay algunos tipos que brillan con luz propia en el universo del vino. Ese es el caso de la malbec, una variedad de uva tinta que ha conseguido adaptarse muy bien a diversos terrenos y da como resultado vinos con aromas afrutados y de gran estructura.

El origen de la malbec

Como sucede con otros tipos de uva, la malbec tiene su cuna en Europa. Aunque hay quien duda de su relación con Italia, los expertos suelen situar el origen de esta variedad en Francia. Es allí, en la zona de Cahors, en la región de Occitania, donde comenzó a cultivarse un tipo de uva que, además, llegó a ser conocida entre los galos como ‘vino negro de Cahors’. Y por eso, es en esta ciudad de suroeste de Francia donde se han erigido como centro histórico de producción de una uva que, sin embargo, ha tenido mucho más recorrido.

Pero, si bien la zona se enorgullece de ser el origen de la variedad, la malbec es una uva viajera que ha sabido adaptarse a otros terrenos y a otros climas que también la reconocen en parte como suya. Así, nos encontramos con vinos con gran personalidad creados a partir de esta variedad en escenarios tan dispares como Sudáfrica o Nueva Zelanda.

Argentina y el cultivo

Si hay un lugar en el que las vides de malbec hayan echado raíces, ese es Latinoamérica. El cono sur ha resultado ser un escenario ideal para una variedad que ha sido especialmente prolífica en Argentina. De hecho, hay quien se refiere a este tipo de uva como una fruta francoargentina, dada la cantidad de viñedos que hay en este país dedicados al cultivo de la malbec.

Se calcula que Argentina es, a día de hoy, el principal productor de esta variedad en el mundo, con aproximadamente un 80% del total. Una cantidad nada desdeñable, y eso que su cultivo en la zona es relativamente reciente en términos históricos. Porque según las crónicas la variedad llegó a Latinoamérica a mediados del siglo XIX.

La malbec entró en el continente por Chile y este país fue el primer lugar en el que comenzó a plantarse una uva que, hasta entonces, los franceses controlaban como nadie. Desde Chile pasaría poco después a tierras argentinas, donde se ha convertido en la variedad por excelencia.

El maridaje de los tintos de malbec

 La razón de que se haya adaptado tan bien es, como no podía ser de otro modo, el clima. Los días soleados de la zona cercana a la cordillera de los Andes, unidos a sus noches frescas, hacen que esta uva encuentre unas condiciones que le permiten desarrollarse en toda su plenitud. A pesar de ciertas similitudes con el clima continental europeo, el cultivo en Argentina da como resultado un fruto con un tanino más suave y sabores más afrutados.

Pero, ¿con qué acompañar un vino elaborado a partir de malbec? Su estructura, un poco más liviana que la de sus homólogos europeos, convierte al vino malbec en una excelente opción para maridar con platos de carne roja, así como los quesos curados y de gran intensidad, pero también con platos de pasta o con tamales.

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