Pesqueras Crianza

Una historia que marcó la Ribera del Duero

Hablar del Pesquera Crianza es hablar de uno de los vinos que revolucionaron la viticultura española. Su creador, Alejandro Fernández, fue un visionario que, en la década de 1970, apostó por el potencial de la Ribera del Duero cuando esta región aún no gozaba del reconocimiento que tiene hoy. En 1972 fundó Bodegas Pesquera en el pequeño pueblo de Pesquera de Duero, en la provincia de Valladolid. En una época en la que los vinos de calidad en España estaban centrados en Rioja, Fernández demostró que el Tempranillo (o “Tinta del País”, como se conoce en la zona) podía alcanzar una expresión magnífica en estas tierras de clima extremo y suelos calcáreos.

Gracias a su esfuerzo, junto con el de otros pioneros, en 1982 nació la Denominación de Origen Ribera del Duero. Y desde entonces, Pesquera Crianza ha sido uno de los grandes estandartes de la región, consolidándose como un vino de culto, tanto a nivel nacional como internacional.

El propio Robert Parker, uno de los críticos de vino más influyentes del mundo, llegó a decir en los años 80 que Pesquera era el “Pétrus de España“, en referencia al mítico vino francés. Esta afirmación colocó a Pesquera en el radar de los grandes conocedores y coleccionistas.

Pesquera Crianza es un vino de perfil clásico, pero no por ello anticuado. Su estilo conjuga potencia y elegancia, y muestra año tras año una notable regularidad. No es un vino moderno en el sentido de la sobremadurez o la sobreextracción, sino más bien un ejemplo de cómo el Tempranillo puede expresar finura sin perder cuerpo.

Su paso por barrica no enmascara la fruta, sino que la acompaña. Es un vino serio, sobrio y con una identidad clara, que respeta tanto su origen como la filosofía de su creador.

NOTAS DE CATA

• Vista: Rojo cereza intenso con reflejos rubí, limpio y brillante.

• Nariz: Muy expresivo. Aromas a frutas rojas maduras (cereza, ciruela), con notas especiadas de la crianza (vainilla, canela, clavo), además de toques de regaliz, cuero y tabaco.

• Boca: Entrada amable, con buena estructura. Taninos pulidos, bien integrados. Acidez equilibrada que le da frescura. Final largo con retrogusto frutal y especiado.