¿Para qué sirven los corchos de vino?

Aunque cada vez se diversifican más los tipos de cierres para el vino, el corcho sigue siendo el cierre estrella. Sus numerosas propiedades y virtudes lo convierten en el material perfecto para esta función: es ligero, impermeable a líquidos y gases, elástico, proporciona aislamiento térmico, es ignífugo, biodegradable, renovable… Y lo más importante: permite la microoxigenación y la evolución positiva de los vinos de guarda.

¿De dónde vienen los corchos de botella de vino?

Mientras que las barricas se confeccionan con madera de roble, el corcho procede del alcornoque. La producción internacional de corcho alcanza las 340.000 toneladas por año y los principales productores a nivel mundial son Portugal y España.

Existe una gran diferencia entre la fabricación de barricas y la del corcho: para elaborar las primeras es necesario cortar el árbol; sin embargo, el corcho se obtiene sin necesidad de talar, ya que basta con extraer la corteza del alcornoque. Y esa corteza, formada por células muertas, se volverá a formar. Por tanto, permite conservar el tesoro vegetal.

Para realizar la primera extracción (pelado de la corteza) hay que esperar a que el alcornoque tenga 30 años de edad. Para las siguientes extracciones -también llamadas ‘sacas’- habrá que esperar menos: se realizan cada 9 o 10 años. En cualquier caso, cuantos más años se dejen pasar entre saca y saca, mayor será la calidad del futuro corcho. Se calcula que de cada alcornoque se pueden realizar 10 extracciones en todo su ciclo vital. Proceso de elaboración. Se pueden distinguir 5 fases: pelado, secado, proceso de cocción, perforación y clasificación. El pelado. La extracción de la corteza de los alcornoques para la fabricación de corcho se realiza entre los meses de mayo y agosto, y se ha convertido en el trabajo agrícola estacional mejor pagado. Como ya hemos comentado, las sacas se realizan cada 9 o 10 años. Se trata de un trabajo totalmente manual, en el que hoy día se siguen empleando las mismas técnicas y herramientas (el hacha y la palanca) desde hace décadas. Los sacadores deben realizar cortes muy precisos para no perjudicar al árbol.

Después vendrá la fase de secado, seguida de la fase de cocido: las planchas extraídas del alcornoque se hierven para que lograr una textura más flexible y aumentar su grosor. Posteriormente, hay que mantenerlas en reposo para que adquieran una forma plana. La perforación es un proceso semiautomático. Los tablones seleccionados, utilizados para tapones de corcho de alta gama, se cortan en tiras y se perforan con una máquina para extraer los tapones cilíndricos. Finalmente, los corchos se clasifican según su porosidad, resistencia y diámetro.

Los tipos de corcho para botellas de vino

Podemos clasificarlos en 5 grandes grupos: natural, colmatado, aglomerado, 1+1, y corcho para espumosos. El de mayor calidad es el natural. Este es el más poroso y permite la evolución óptima de los vinos en botella. Su único inconveniente es el famoso TCA.

En el colmatado se rellenan los poros del corcho con polvo del propio corcho pegado con cola de resina y látex. Este tipo de corchos son característicos de los vinos jóvenes, es decir, en vinos que no han nacido con intención de perdurar en el tiempo, ya que tienen menor durabilidad que los corchos naturales. El corcho aglomerado está formado por pequeños fragmentos o granulados de corchos resultantes de la fabricación de corcho natural, unidos con aglutinantes (pegamento o aglutinantes naturales). Son más baratos que los dos tipos anteriores.

El tipo 1+1 es muy reconocible a simple vista: su cuerpo está formado por corcho aglomerado, y en sus dos extremos tiene discos de corcho natural. Este tipo de corcho es muy resistente y tiene una gran capacidad de aislamiento. Finalmente, el corcho para espumosos, como todos sabemos, se diseña de un modo diferente para soportar la presión del anhídrido carbónico.