¿Cómo se cata un vino? Todos tenemos la posibilidad de catar apropiadamente una vez que adquirimos unas nociones básicas. Ya te hemos hablado sobre las tres fases básicas de la cata, es decir, de cómo someter el vino al análisis de los sentidos de la vista, el olfato y el gusto. Ahora, vamos con unos consejos para que realices de modo adecuado un análisis básico sobre el vino que tomas.

1. La copa adecuada. Elegir una copa adecuada para catar y tomar vino es muy importante. Una copa mal diseñada ‘estropea’ lo que el vino nos dice a la vista, en nariz y en boca. Lo indicado es que escojas copas con un tallo alto: recuerda que la copa se coge por el tallo, si la sujetas por el cáliz ensuciarás el cristal y calentarás el vino. También es importante que sea de cristal fino (mejor cristal que vidrio) y transparente.

Sirve aproximadamente un tercio de la copa. ¿Por qué? Para apreciar los aromas del vino debes balancear la copa, ¡si la llenas, derramarás el vino! Para girar con soltura el vino en la copa también es importante que el diámetro de su boca sea más estrecho que la parte más ancha del recipiente. Además, esta forma de la copa retiene mejor los aromas en la parte superior.

Si vas a catar varios vinos, utiliza una copa para cada uno; así no trasmitirás los aromas y sabores de un vino a otros. Y por último, un consejo básico, si no has usado las copas en varios días, seguramente tendrán polvo, así que acuérdate de lavarlas bien y secarlas (no sirvas el vino en copas mojadas).

2. Buena iluminación. El primer paso para valorar el color es disponer de una buena iluminación, limpia y clara. Los lugares oscuros o con luz tenue no son aconsejables. Para apreciar mejor el color del vino, inclina la copa sobre una mesa blanca o sobre una servilleta blanca. Si no es posible, ilumina la copa contra una fuente de luz artificial.

3. No te perfumes. Si quieres apreciar y analizar los aromas de un vino, no puedes enmascararlos utilizando perfume. El lugar que elijamos para realizar la cata debe estar libre de olores que pertuben el análisis del vino.
Recuerda que en los blancos jóvenes predominan los aromas de fruta blanca y fruta tropical (mango, piña, maracuyá…), vegetales (hierba recién cortada…), cítricos y florales. Si se trata de blancos envejecidos, podemos encontrar aromas del roble (coco, vainilla…), uva pasa, toffee, fruta madura y frutos secos. En los rosados imperan los aromas a frutas rojas: fresa, frambuesa… y también notas florales. En los tintos jóvenes son habituales las notas herbáceas (hierba, sotobosque, heno), florales y de frutos rojos y negros (fresa, frambuesa, cereza, arándano, grosella, mora…). Por su parte, los tintos con crianza adquieren aromas más complejos: fruta madura o pasificada, cuero, tostados, especias, ahumados…

4. La temperatura correcta. No caigas en el error de creer que el tinto se sirve del tiempo y el blanco muy frío. La temperatura de servicio influye muchísimo en las sensaciones que transmite un vino. Sólo si servimos un vino a su temperatura ideal podremos apreciar sus aromas -tanto los positivos como los que no lo son tanto- y juzgarlo de forma certera; si no, estaremos catando una versión alterada.

Si lo servimos a una temperatura mayor, el alcohol se impone a los demás aromas. Si lo servimos demasiado frío, obstruimos el desprendimiento de aromas, de modo que ahogamos las virtudes del vino y ocultamos sus posibles defectos. En la boca, un vino demasiado frío oculta sus defectos de acidez, pero aumenta su sensación de tanicidad, perturbando su sabor y su tacto en la boca.

5. Un poco de pan. Si vas a catar varios vinos, sirve un poco de pan (colines, por ejemplo) y cómelo cuando vayas a pasar de un vino a otro; de este modo limpias la boca.

6. Airea el vino. Si catas un vino que lleva mucho tiempo en botella –por ejemplo, un reserva, gran reserva o un vino de larga crianza en general- puede darse el caso de que lo encuentres “cerrado”, es decir, que cuando lo sirvas en la copa no exprese con plenitud sus aromas y sabores. En estos casos es recomendable airear el vino para que “se abra”. Puedes hacerlo trasegando cuidadosamente el vino a un decantador o a una jarra de cristal. Al cabo de media hora, aproximadamente, encontrarás el vino mucho más expresivo en nariz. Además, la aireación ayuda a suavizar los taninos de los tintos muy potentes.