¿Cuáles son las claves de la grandeza y la excelencia de un vino? Le preguntamos a Jaime Bermúdez, Director Técnico de Vinoselección: “Una obra maestra nace de la confluencia de algunos factores conocidos y de otros indeterminados; es fruto de la genialidad única y espontánea del binomio que forman los dos elementos imprescindible que deben estar presentes en todo gran vino: hombre y viñedo”.

Y continúa: “El viñedo es el mayor responsable de la personalidad y el espíritu de un gran vino. Es muy importante la variedad de uva y que ésta tenga una perfecta adaptación a un microclima y a una reducida extensión de terreno. Esto va a convertir al suelo y a la vid en un solo elemento que reúna las condiciones ideales para que el resultado sea único. En definitiva, debemos partir de una gran calidad de uvas para llegar a un vino excepcional: la viña y las uvas conforman el alma y el cuerpo de un gran vino. Es una condición necesaria, pero no suficiente”.

Falta sumar el factor humano: “El factor humano es el que va a determinar el trabajo en bodega y la interpretación que se hace del viñedo en cada cosecha. Es decir, la ideología del vino. El enólogo y el viticultor son las personas encargadas de tomar las decisiones que darán forma al futuro del vino: primero desde la viña, determinando los sistemas de poda, la cantidad de kilos por hectárea, el momento de la vendimia, etc; y después en la bodega, con la selección de uvas y los diferentes protocolos de elaboración, crianza y ensamblaje final de los vinos. Por tanto, es el hombre el que consigue que con unas uvas excepcionales y la mínima intervención posible lleguemos a disfrutar de una obra maestra, manteniendo la máxima calidad obtenida en el campo. Todo esto constituye el cerebro de un gran vino”, concluye el Director Técnico de Vinoselección.

Ya tenemos el alma, el cuerpo y el cerebro del vino. Ahora sólo queda disfrutar de la experiencia.